miércoles, 9 de septiembre de 2009

Amor que nunca se conforma.

Durante el verano se enamoró tres veces.
Cuatro si cuenta a la chica de Toledo y su mirada penetrante.
La que hizo que su cabeza gire exageradamente fue la actriz petisita.
Ella y sus expresiones intactas.
Fue a ver la obra dos veces seguidas, y fue en la última donde se animó a felicitarla y decirle todo lo que le generaba.
La que penetró encantadamente fue la de Güemes.
Fue cuando se dio vuelta a ver el nombre de la calle donde se cruzaron sus miradas.
Su sentido iluso de ver las cosas pensó que giró sólo para observarlo.
Eso fue peligroso para el corazón. Pero terminó en el momento que dejó de verla; nunca más.
No se animó a decir si eso fue lo mejor o lo peor que podía haber pasado, pero sí pudo afirmar que era un buen momento para que surgiera el amor. Aunque sea ése que dura unos días. Pero amor de todos modos.
La gitana también tenía lo suyo.
Porque no era una gitana común y corriente de esas que se ven usualmente en la calle. Tenía el mismo estilo pero mucho más fina y con sus oros relucientes; hacía llamar mucho la atención.
Claro que su torpeza y él fueron mucho más robustos cuando notó que estaba casada con un ser no muy agradable.
Finalmente el amor apareció en la chica que repartía folletos en la peatonal. Porque su sonrisa fue mucho más fuerte. Su mirada intensa y el hecho de que se haya acercado a querer vender, ayudó demasiado.
Duró sólo un instante. Pero lo disfrutó.
Él se quedó pensando si debía haber sido con la Toledo, con la actriz, con la de Güemes o con la gitana.
No se conformó. Nunca.

domingo, 23 de agosto de 2009

Váyanse todos.


El peso de mis pies me da calor.
Las garras de amianto lastiman mis manos.
Creerme el Oso Yogui está mal.
Creerme Guepardo mucho peor.

jueves, 20 de agosto de 2009

Suerte Semana Agosto 2009

Mar, amigos, risas al por mayor y con sonidos raros, comidas explosivas, algodón, jarra de margarita, alcohol, miles y miles de fotoscallejeras, playa, mates, conversaciones sin sentido, reggaeton, frío, mini llovizna, gente nueva, ruta cortada, desvío, autos, mac donalds, sadwich de miga, chocolates de a 100.
Lomito completo, habano roto, speed de $9, auto sucio, auto limpio, auto sucio de nuevo.
Historias de hemorroides, hongos, chamanes y duendes que te hacen masajes en los pies. Una gallega con voz de pelotuda y una docena de churros. Cerveza, cerveza y una mina que te dice que no bailes en el lugar de ella. Un gato con remera trasparente y Michael Jackson resucitado en el cuerpo de un flogger. Carnavalito Dance.
Zapatillos, istetino, gabardino, garbarina. Cucharita

Hasta ahí venía todo bien. Era una semana hermosa. Nada podía estar mejor.
Pero algún copado no tuvo la mejor idea que mandar al elefante más grandote a hacer sus necesidades sobre mi cabeza.

Un poco de mala racha la puede tener cualquiera. Pensé que era sólo eso. Que todo iba a cambiar repentinamente.

Pero fue entonces donde comenzaron a ocurrir los hechos lastimosos.

Se me rompió el calefón. Conseguí un gasista con nombre de dios egipcio que me dijo que no había problema, que pasaba a mirarlo porque seguramente era cuestión de segundos.
Le dije que no prendía, que seguramente era el diafragma. Pretendiendo ser un erudito en el tema.

-“Flaco, ¿vos sabés que estás vivo de pedo? ¿Sabés posta que estás vivo de pedo? Tenés una pérdida del 80% de monóxido de carbono, flaco. Y vos sabrás que el monóxido es mortal. Menos mal que siempre dejaste esa ventanita abierta. Porque si estaba cerrada te cagabas muriendo. Y es así, no te exagero. ¡¿7 años hace que este calefón está así?! Ah, pero vos estás loco. Claro. Bueno, repararlo puedo. Pero ni te conviene. Porque te saldría un montón de guita y además necesitas un tiro balanceado”

Ok. Ahí vamos. Derecho a comprar el tiro balanceado.
Amablemente el señor de la tienda me lo dejó sacar en módicas cuotas.
Pero lo que aún no sabía era que el gasista me iba a cobrar medio sueldo en instalación y etcéteras.

Calefón arreglado, corazón contento –pensé- y no tuve mejor idea que lavar la suerte de alquitrán con mezcla de pasto que se encontraba debajo de mi zapatilla. Para esto tuve que salir al lavadero. Y al entrar: ¡Oh, sorpresa!
Misteriosamente el vidrio de la puerta estalló en veinte mil pedacitos, todos acosando contra mi integridad física. En mayor parte a mi cara, que por alguna extraña cualidad, salió ilesa.
Era tarde para llamar al señor repara vidrios, por lo que decidí únicamente cubrir el gran espacio con un cartón y mucha cinta.

Se termina todo ¿ok?
¡Error! Esto siguió.

La heladera cobró vida y su puerta dijo basta. Al piso. Cayó desmoronada, se rompieron huevos. Y cada vez que ahora quito la puerta para sacar algo frío se me rompe un huevo. Siempre. Porque están ahí, esperando ser rotos.

La semana tranquila, gracias.

El insomnio me persigue y he dormido algo así como 12 horas en la última semana, por lo que se me hace difícil mantenerme despierto durante el día.
Ayer mantuve una conversación telefónica dormido. Hay testigos. Y pude despertarme cuando el ruido del teléfono osó molestarme al caer bruscamente al piso.

La casa ahora hace ruidos raros. Como si fuera a nacer del techo una lluvia monstruosa. O quizás vaya a explotar e irse todo a la recontra mil mierda.

La piba que me gusta tiene un tapón en el oído que impide escucharme.

El subte siempre lleno y me llaman del laburo para apagar un incendio justo cuando estoy entrando a mi casa.

Soy bastante predecible, ese es mi problema.

Ah, estoy resfriado.

Esta semana estaba escrita, Facha, lo sabés. Me lo dijo Macho cuando hablé con él.

Ahora llevo una taza de sopa hirviendo en la mano. La voy a dejar arriba del escritorio mientras termino de escribir. Porque no se puede caer sobre mis piernas. Simplemente no puede pasar. ¿O si? ¡NO PUEDE PASAR!
Voy a quitarme las manchas y a pasarme manteca sobre las quemaduras.

jueves, 13 de agosto de 2009

En busca de la mujer perfecta



Después de mucho caminar, colisionar con infinidad de desamores y no correspondencias decidí ponerme en búsqueda de la mujer ideal.
Fue ahí donde pensé algunas características y cualidades para realizar mi objetivo.
Y esto culminaba en que ella debería saber al menos quién fue Anthony Burgess, Stanley Kubrick, Alex y en qué consiste el tratamiento Ludovico.
Mejor aún si la chica confiara en sus drugos y esperara en casa diciendo: “Gordo, ¿qué “videamos” hoy?
Hasta ese momento todo era una fantasía mía.
Entonces dejé de pensar en la mujer perfecta y supe aceptar más desamores, no correspondencias y colisiones.
Entonces pensé: “Pará. Si la chica existe tiene que, al menos, darme una señal”.
Tiene que tener puesta la remera de La Naranja Mecánica.
¡Claro!
Era simple el asunto, sólo tiene que venir caminando y llevar puesta la remera.
Por las dudas pasé a comprar una de ésas. La usé unos días pero la volví a lavar y la llevé siempre en mi mochila. Lugar dónde yo iba, iba la remera.
No iba a ser cosa que esta muchacha apareciese de la nada y yo sin regalo.
Un día salía de laburar muy cansado, desenamorado, colisionado y no correspondido cuándo la vi venir.
Venía de frente. Pelo largo y pantalón rayado a colores llamativos.
Anteojos de sol y un lindo logo anaranjado.
“¡Que sea, que sea, que sea!” –Pensé-
Y si. Era el logo de La Naranja Mecánica.
Llevaba la remera puesta, la misma remera que yo había comprado unos días atrás pero uno o dos talles más chicos.
Pasó por mi lado y sin que se dé cuenta me quedé atónito observando su caminar.
Me di vuelta para ver el panorama completo.
Era fea.

jueves, 2 de abril de 2009

Dar a luz (7)

Está justo detrás de mi oreja y se llama Carlos.

R-S

Cuando me empiezo a confundir la "R" con la "S" es que estoy jodidamente arruinado.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Barco sin timonel



Con un destornillador en la mano hoy Pedro me dijo:
- Muñequitos de papel sin laurel, quien les puso el cascabel vino a ver. ¡Bailen bien! Es un tren fuera de riel.
A lo que yo respondí: - Tenés absolutamente toda la razón.